Jorge Marrale: "Cada vez me cuesta más soportar lo duro de la vida"
Tuvo un 2008 brillante, matizado por sus notables trabajos en cine, teatro y televisión y por los premios. Requerido casi siempre para hacer de villano, reconoce que está con ganas de volcarse más a la comedia. Y de probarse como cantante.

No se guarda nada. Ni cuando sube a un escenario. Ni cuando se queda abajo. Ni cuando habla. Y mucho menos cuando se calla: su mirada le abre camino. Su gestualidad lo delata. Por eso, cuando busca en silencio la metáfora o la anécdota de la que se valdrá para graficar una situación, uno ya sabe que algo bueno está por contar. Como cuando recuerda que "a mí, en la adolescencia, me agarraron Los Beatles. Y si había algo que me fascinaba de ellos, más allá de su talento natural, es que siempre hacían algo distinto. Yo esperaba lo que en esa época eran los vinilo, los elepé, porque la radio te daba un anticipo de lo que estaban por editar. Y a mí me sorprendía la capacidad de esos cuatro tipos para, de un disco a otro, ser ellos, pero ser más que ellos. Eso no es repetirse, es crecer. Y a eso aspiro". Palabra de Jorge Marrale, conceptualmente el quinto Beatle.

Y esa figura, asociada coyunturalmente a lo que él estaba contando, comienza, sin embargo, a ganar espacio a medida que la charla se va construyendo entre café, relojes escondidos y suaves melodías de fondo. Porque el mismo hombre que apenas llega al bar se descubre tarareando Summertime sobre la envidiable voz de Sarah Vaughan, confesará -casi 32 temas después del disco doble de la soberana del jazz- que "estoy con muchas ganas de cantar. Y decidí que voy a empezar a tomar clases. No sé si lo voy a aplicar profesionalmente, pero quiero darle curso a esa inquietud. Si me dijeras Dale, Jorge, cantame una canción creo que no se me ocurriría ninguna, pero sé que afino, tengo oído. Además, mi hijo Federico es músico y mi hijo Franco, que tiene 10 años, está tocando muy bien la guitarra eléctrica... De algún lado debe venir todo eso, ¿no?", se pregunta quien se animó a develar su secreta vocación "a cuento de esto que te digo de mi necesidad de superarme".

Así como cree que ellos heredaron algo suyo en ese sentido, también riega sus propias raíces: "Vengo de una familia de mucho canto, de épocas en las que los inmigrantes recurrían al canto de su tierra para tenerla más cerca".

¿Alguna canción te quedó grabada en la memoria emotiva?

En las reuniones familiares se cantaba siempre y mi abuela gallega, cada dos por tres, se mandaba con eso de Airiños airiños aires, airiños da miñaterra, airiños airiños aires, airiños levame a ella.
Las estrofas susurradas de parte de Carmina Burana lo vuelven a revelar como un artista al que los límites se le van corriendo, casi como una consecuencia inequívoca, no como una imposición. "Mis viejos, además, eran amantes del tango y yo crecí escuchando esa poesía maravillosa a la que tengo ganas de volver", regala con yapa, porque enseguida completa que entre sus favoritos se encuentran Sur, La cumparsita, Afiche, Tinta roja, Naranjo en flor...

El escenario posible de estar, más adelante, haciendo una entrevista y que de fondo, en vez de Vaughan resuene el cantar de Marrale no lo descarta. Sonríe, por ahora. Y si bien puede proyectar hacia alguna vez, algún día, no le suelta la mano al 2008 que el calendario dejó atrás, mas no su presente. Su presente gira alrededor de las sensaciones y las certezas del año pasado, "un año distinto, que me dejó cansado y con alegría. Todo lo que me tocó hacer me gustó y le gustó a la gente, con lo cual se cumplió la ecuación soñada siempre por el actor. Volví a trabajar con los amigos (en Baraka, junto a Juan Leyrado, Darío Grandinetti y Hugo Arana), filmé una comedia romántica, que era es algo que quería hacer (Motivos para no enamorarse, junto a Celeste Cid) y volví a trabajar en una tira de horario central, en el que no estaba desde Doble vida. Soy un tipo que defiende la telenovela, porque es un género bastante modular: podés respetar la base y al mismo tiempo te podés meter con otras cosas, como hicimos ahora en Vidas robadas (Telefé) y la trata de personas".

Con sólidos trabajos en teatro, cine y TV y una seguidilla de estatuillas que se coronó con las dos ganadas en los Premios Clarín Espectáculos (ver Una noche...), reconoce que "soy un actor al que le gusta jugar con los opuestos. Por eso podía hacer a Astor en la tele y a Tomás en el teatro (sigue con la exitosa obra, en el Metropolitan 2). Me hace bien probarme en la plasticidad de la adaptación". Y sus frases encuentran eco en la calle, en más de un sentido, porque a poco de que alguien lo salude al grito de Chau, Astor, alguien lo piropea con eso de Grande, Segura. El doctor Segura era el terapeuta que Marrale interpretaba en Vulnerables, "un hito para mí".
Más allá de ese analista o del padre Mario que recreaba en la película Las manos, entiende que casi siempre lo llaman "para hacer personajes con cierto costado de villano. En realidad, casi todos son personajes de carácter. Y cuando estoy ahí, trato de escaparle al estereotipo, porque el estereotipo te acomoda a vos y acomoda al espectador y eso no está tan bueno. Pero cuando lo rompés, empieza la sorpresa y generás otro centro de interés en vos y en el otro".

Padre de cuatro hijos, abuelo, admirador de Carlitos Chaplin ("siempre que puedo le hago un guiño desde mis trabajos"), cuenta que le gusta abordar el misterio desde la ficción, pero no lo seduce lo policial: "Todos los policiales que se están haciendo son muy crudos y para eso ya está la realidad. Estamos viviendo un tiempo sanguinario, perverso, imparable de a ratos. Y a mí cada vez me cuesta más soportar lo duro de la vida. Con el tiempo, o con la edad (tiene 61 años), me di cuenta que el drama, atravesado por algo muy trágico, me está costando mucho. Por eso quiero empezar a tocar más la cuerda de la comedia".

El hombre, que de chico elegía en los juegos el lugar de héroe, comenta que "en el libro Cine o sardina (de Guillermo Cabrera Infante), que estoy releyendo, dice que el héroe difícilmente es cómico. Puede ser circunstancialmente risueño, pero tiene otras metas".

¿Y vos ya no querés más ser el héroe?

No. quiero divertirme y divertir. Cada vez más me gusta generar risa en la gente.